Conduciendo… desde el asiento de atrás

Hoy quiero ofrecerte una breve reflexión sobre un dicho que quizás hayas escuchado en numerosas ocasiones pero sobre el cual nunca te has detenido a considerar el significado. ¿Tienes diez minutos de tiempo? Cuando termines de leerlo, TE LO AGRADECERÁS por tomarte diez minutos para hacerlo.

Cuando algo parece estar bajo nuestro control pero en realidad no estamos tomando las decisiones ni tomando la iniciativa, usamos la metáfora «conducir desde el asiento trasero» para describir la situación. 

En otras palabras, sirve como una forma de decir que simplemente estamos desempeñando un papel de apoyo en la situación en lugar de estar realmente a cargo de ella. Para apaciguar a los demás, estás dejando de lado tu identidad. En otras ocasiones, hay algo que necesitas aprender o incorporar a tu comprensión y estás experimentando alguna deficiencia en tu vida que necesita atención inmediata.

Esta analogía implica que esa persona no está en el rol de liderazgo (típicamente asociado con el conductor), sino que está en una posición secundaria o rezagada. Esa persona puede sentirse frustrada o impotente, como si no pudiera influir en la dirección de la situación, como si no fuera dueña de sus actos, sino más bien, que se deja influenciar por otra. Se encuentra en una situación en la que no tiene el control o la influencia que desearía tener, a pesar de estar involucrado en ella. 

En resumen, se refiere a estar presente en una situación, pero no estar realmente a cargo de ella.

Hace tiempo, reflexioné que una forma eficaz de explicar una experiencia es compararla con estar sentado en el asiento trasero del coche mientras se conduce. En gran parte, nos movemos por la vida en «piloto automático», sin prestar atención a dónde vamos. Es decir, hacemos las cosas de manera automática, sin que nuestras decisiones conscientes y voluntarias intervengan. Es lo que hemos hecho siempre, y nos hemos acostumbrado a ello. En estos momentos, no somos nosotros mismos. Somos lo que nuestros padres, educadores, la educación, la sociedad, las costumbres, la religión, etc., han querido que seamos. Otras veces son las circunstancias, lo que nos rodea, lo que nos lleva a tomar una decisión u otra, a seguir un camino u otro… Pero en esos momentos, tampoco somos nosotros mismos.

Tengo que decirte, que la meditación (en cualquiera de sus prácticas o técnicas; yoga, mindfulness, mantras, chakras, Meditación Vipassana, Meditación Tonglen, etc.), tiene como objetivo, dicho de una manera clara y sencilla, ayudarnos a ser nosotros mismos, a tener confianza en nosotros mismos. Algo que a menudo nos falta. No me refiero a hacer lo que nos apetece, porque probablemente seríamos víctimas de nuestros propios deseos, sin saber de dónde vienen ni por qué. Me refiero a que gracias a la meditación, podemos llegar a alcanzar y conocer lo que realmente somos. Y para ello, primero debemos conocer cómo funcionamos, es decir, autoconocernos de una manera más profunda.

El conocimiento es poder y mediante este proceso, seremos dueños de nosotros mismos, de nuestros cuerpos; dueños de nuestro cuerpo físico y, por lo tanto, de lo que hacemos con él; dueños también de nuestro cuerpo emocional y, por lo tanto, de nuestras emociones y de lo que sentimos y deseamos. Y, por supuesto, dueños de nuestra mente, de lo que pensamos y de cómo nuestros pensamientos influyen en nosotros y en nuestra vida.

Entraré en más detalles sobre la meditación en las próximas semanas, incluidos sus diferentes tipos, métodos, aplicaciones y ventajas. También hablaré de todo aquello que pueda ayudarnos a descubrir más sobre nosotros mismos en el día a día.

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