Mente de Mono

¿Sabías que al cabo del día rondan por nuestras cabecitas alrededor de unos 70.000 pensamientos? Parece increíble, ¿no? Y además todos intentan ocupar un espacio en nuestra mente y hacerse más visibles… no es de extrañar que muchas veces nos sintamos estresados.


Hablamos de la mente del mono: esa mente que corre, que vuela, que divaga; una mente que no puede detenerse y se deja llevar por el primer pensamiento que llega, que aparece, y luego continuamente se vuelve a dejar llevar simultáneamente por otro pensamiento y por otro pensamiento y por otro más. Esos pensamientos que saltan de un lado a otro como un mono lo hace en las ramas de los árboles. ¿Y Quién controla la mente cuando esto sucede: tú o tus pensamientos?


Con este pensar diario, no tenemos tiempo para enfocar nuestra atención mientras lo hacemos. Hablamos de que hacemos las cosas en modo “piloto automático”. Así es extraño y difícil disfrutar de las pequeñas experiencias simples de la vida, como tomar una ducha caliente, abrazar a alguien que amamos y, sobre todo, sentirlo de verdad.


Gran parte de este pensamiento es una especie de ruido de fondo incesante. Se ha demostrado que esta actividad cesa cuando nuestra mente está enfocada o meditando. Si la atención plana o MindFULness es un estado de atención, la mente del mono es un estado de completa falta de atención o MindLESSness; Es como si hubiera una gran orquesta, pero no podemos encontrar al director por ninguna parte.


“No confundamos que lo opuesto de la mente mono es la mente en blanco, ya que, en la mente siempre hay pensamientos”

Hay estudios que indican que normalmente estamos pensando en el pasado, que se asocia con la tristeza; o en el futuro, que se asocia con la ansiedad. En definitiva, sufrimos por lo que ya pasó, o por lo que aún no ha pasado, o tal vez no pasará, quién sabe.


Hasta que tengamos herramientas de control del pensamiento, es especialmente peligroso quedar atrapado en un ciclo de pensamientos negativos sobre el pasado (rumiación), el futuro (ansiedad o preocupación) o el presente (obsesión). 


¿Podemos deshacernos de la mente de mono? ¿Qué hacer cuando nuestra mente salta sin control de un pensamiento a otro? Practicando mindfulness podemos anclarnos a la respiración, al cuerpo y al momento presente, Además, no tenemos que creer todo lo que nos viene a la mente: “Los pensamientos no son hechos”.


Mindfulness o atención plena es una actividad de momento a momento en la que eres consciente de cómo se desarrollan tus experiencias. Cada momento presenta una oportunidad para elegir entre la reactividad y la creatividad, quedando atrapado en hábitos de pensamiento autodestructivos y libertad. Cada vez que invitamos a nuestra mente a volver al momento presente, lo hacemos con curiosidad y amabilidad.


Si dispones de unos minutos, te recomiendo practicar 3 minutos de mindfulness.  Aquí te dejo los primeros pasos para una meditación sencilla:

  1. Conecta con tus sensaciones corporales y tus emociones mediante la respiración en este preciso instante.
  2. Imagina como tu mente se transforma en un cielo limpio, de color azul, tus pensamientos como unas blancas nubes que surgen poco a poco, pasan y cambian. 
  3. Si te ves arrastrado por un pensamiento, eso es bueno porque es un «soy consciente de ese pensamiento y me estoy dando cuenta».
  4. Con toda amabilidad, sin juzgar, vuelve a tu atención. Respira para centrarte en tu respiración y vuelve al paso uno.

La diferencia entre «piloto automático» y estar consciente es como comparar el sueño con la vigilia. La atención plena a veces se describe como estar despierto o alerta. Imagina cómo sería la vida si en cada momento estuviésemos continuamente, vivos, en alerta y despiertos, receptivos y capaces de involucrarnos y apreciar el mundo alrededor nuestro.


En resumen, el cerebro es un órgano increíblemente complejo y capaz de realizar muchas funciones, pero es importante recordar que también requiere atención y cuidado para funcionar de manera óptima. ASÍ QUE NO LE DEJEMOS TODO EL TRABAJO.


El “modo de hacer” o piloto automático no son malos, ya que pueden ayudarnos a realizar tareas rutinarias de manera más eficiente. Sin embargo, también es importante ser consciente de cuándo se activa este modo y tomar medidas para evitar que nos impida vivir conscientemente y de manera significativa.


Una forma de hacerlo es prestar atención a las ideas y pensamientos que estamos sembrando en nuestras vidas y cuestionar aquellos que no nos están sirviendo. Esto puede implicar la reestructuración de los aprendizajes que ya no funcionan y el desarrollo de nuevos patrones de pensamiento y comportamiento que nos pueden hacer crecer y evolucionar.


Adaptación del artículo publicado en https://www.respiravida.net/

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