Todo va bien…

 Un día, un alumno curioso le preguntó a su maestro:

  • Maestro, ¿no te enfrentas nunca a problemas difíciles o sin solución? No comprendo cómo siempre dices: “Todo va bien, todo está bien”, cuando te enteras de algún inconveniente o te ocurre alguna dificultad.

El maestro le sonrió y con una mirada serena le dijo:

  • Es que cuando todo va bien, va bien.
  • Pero, ¿por qué? ¿Cómo puede ser que siempre todo vaya bien? -preguntó incrédulo y un poco molesto el alumno.

El maestro le respondió:

  • Porque cuando no puedo resolver una situación en el exterior, la resuelvo en mi interior, cambiando mi forma de ver esa situación. Simplemente hago o arreglo todo lo que depende de mí, y lo que no puedo cambiar lo acepto y me adapto a ello. Ningún ser humano puede controlar todos los escenarios o situaciones externas que se le presentan, pero sí puede aprender a controlar su forma de actuar y sentir ante ellas. Por eso, para mí, todo va bien.

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El discípulo reflexionó sobre las palabras del maestro y finalmente comprendió la profunda sabiduría detrás de ellas. Admirando la tranquilidad y serenidad de su mentor, comenzó a practicar esta filosofía en su propia vida.

Con el tiempo, el discípulo aprendió a enfrentar los desafíos con una actitud más positiva y a aceptar las situaciones que no podía cambiar. Descubrió que al cambiar su perspectiva y concentrarse en lo que sí podía controlar, su nivel de estrés y ansiedad disminuía significativamente.

Desde entonces, cada vez que se encontraba ante dificultades o adversidades, repetía para sí mismo: «Cuando no puedo cambiar la situación, cambio mi actitud hacia ella». Esta mentalidad le permitió enfrentar los altibajos de la vida con más calma y resiliencia.

Con el tiempo, el discípulo también se convirtió en un maestro en sí mismo, compartiendo las enseñanzas de su mentor con otros y ayudándoles a encontrar la paz interior en medio de las tormentas exteriores. Y así, la sabiduría del maestro se extendió, impactando positivamente la vida de muchas personas a lo largo de los años.

El texto es una historia que ilustra una enseñanza sobre cómo afrontar los problemas de la vida. El maestro le dice al discípulo que él siempre está bien porque no se deja afectar por las situaciones externas que no puede cambiar, sino que cambia su forma de pensar y sentir sobre ellas. Así, él se adapta a la realidad y no sufre por lo que no puede controlar. El maestro le enseña al discípulo que la felicidad no depende de las circunstancias, sino de la actitud que tenemos ante ellas.

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