Reflexión Sufi milenaria
Un discípulo preguntó a su instructor:
– Maestro, quiero saber lo que más le sorprende de los seres humanos.
Su maestro contestó:
– Se confunden mucho y siempre hacen todo al revés.
Y sigue el maestro:
– Tienen prisa por crecer, y después suspiran por la infancia perdida.
– Pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para tener salud.
– Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente, y así, no viven ni el presente ni el futuro.
– Viven como si no fueran a morir nunca y mueren como si no hubiesen vivido.
Esta conversación entre el discípulo y el instructor resalta algunas de las paradojas y contradicciones en el comportamiento humano.
A medida que crecemos, nuestra visión se va oscureciendo y se vuelve menos clara.
Ya no nos fiamos de nuestros sentidos, de lo que pasa aquí y ahora. Ya no experimentamos las cosas como si fueran nuevas, con curiosidad y sin prejuicios. Nos separamos de la realidad.
Empezamos a ver lo que nos conviene ver.
Se van imponiendo nuestros juicios y opiniones, nuestra actitud de «ya lo sé todo», criticamos todo y a todos y ponemos lo nuestro por encima de lo de los demás… El futuro se vuelve más importante que el presente y aceleramos nuestra vida para conseguir más… posesiones, dinero, relaciones, títulos, momentos de diversión… y un largo etcétera.
Mientras tanto nos olvidamos de las cosas que realmente nos pueden hacer felices: – conocernos a nosotros mismos, aceptarnos y querernos – vivir el momento y agradecer lo que nos ofrece cada instante – dar y compartir y cuidar tus relaciones – cuidar tu salud física (ejercicio, alimentos, hábitos saludables).
Esta conversación resalta cómo los seres humanos a menudo caen en patrones de comportamiento que contradicen sus propios valores y deseos, lo que lleva a reflexionar sobre la importancia de encontrar equilibrio, vivir en el presente y apreciar lo que realmente importa en la vida.
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