Se dice que al cerebro le cuesta integrar un nuevo hábito 21 días y que si lo repites 40 días se transforma en costumbre.
En el año 1887, William James, considerado el padre de la psicología científica, publicó un artículo titulado «El hábito» en el cual destacaba la notable plasticidad del cerebro y sugería que se requerían 21 días para la formación de un nuevo hábito. Este dato se ha mantenido arraigado a lo largo del tiempo y se ha convertido prácticamente en una verdad incuestionable. ¿Pero es realmente incuestionable?
Al respecto, otros estudios científicos señalan que la duración necesaria para establecer un nuevo hábito puede variar según la persona y el método de repetición utilizado.
La idea de los 21 días se popularizó a través del trabajo del cirujano plástico Dr. Maxwell Maltz en la década de 1960. Maltz observó que sus pacientes necesitaban alrededor de 21 días para acostumbrarse a su nueva apariencia después de una cirugía, y de ahí surgió la noción de que 21 días eran suficientes para formar un nuevo hábito.
Otros estudios dicen que 21 días es el período que las células madre emplean en diferenciarse en nuevas neuronas en el cerebro o que también son 21 días los que dura el biorritmo emocional…
Además, ¿Quién no ha escuchado alguna vez, hay que repetir para automatizar? Por ejemplo, cuando nos subimos al coche e inmediatamente nos abrochamos el cinturón de seguridad, sin pensar en ello. Nuestra vida está llena de automatismos, de acciones que, a fuerza de haber sido repetidas suficientes veces, actuamos con el piloto automático ante una determinada señal.
Lo que sí está claro
Formar un nuevo hábito implica un proceso de cambio de comportamiento que puede variar ampliamente según la persona y las circunstancias. Algunas personas pueden adoptar un nuevo hábito más rápidamente que otras, y la complejidad del hábito en sí también es un factor importante.
El factor clave es la motivación detrás de implementar un nuevo hábito, independientemente de lo que sugieren los estudios científicos. Lo que queremos convertir en costumbre debe ser algo que esté conectado con algo importante en nuestra vida, algo que nos motive y salir de nuestra zona de confort para llegar a alcanzar la felicidad.
Lo más importante al tratar de formar un nuevo hábito es la consistencia y la repetición. Es importante establecer metas claras, recordatorios y recompensas para mantener la motivación y seguir practicando el nuevo comportamiento a lo largo del tiempo. La clave es seguir trabajando en el hábito de manera constante hasta que se vuelva parte de tu rutina diaria.
Transformar nuestras acciones en hábitos nos permite llevar una vida más sana y feliz, lejos de las ansiedades de la vida moderna. Es posible que tarde un poco más de 21 días.
1. Enfócate en el medio y largo plazo. Concéntrate en la práctica diaria. No hay ninguna razón para deprimirse si te lleva más tiempo construir un hábito.
2. La perfección no existe. Date el permiso de cometer errores, corrige si es necesario, y vuelve al camino rápidamente.
3. La perspectiva de plazos más largos nos hace ver que la creación de hábitos es un proceso completo y no un evento de una sola vez. Los hábitos no funcionan así. Tienes que abrazar el proceso. Tienes que comprometerte con lo que estás haciendo.
Pero sí te puedo asegurar que está al alcance de todos hacerlo. Solo hace falta una buena idea, motivación, sentir y saber que eso es algo realmente bueno para ti…