En el siglo X, el eminente monje Fa-Yan dirigía un templo budista que se alzaba cerca de una ciudad del sur de China. En ese mismo templo vivía el honesto monje llamado Tai-Quin, que era despreciado por ser un poco descuidado.
Una vez, después de las oraciones diarias, Fa-Yan preguntó a sus hermanos de monasterio:
– Si un tigre aparece con una campanilla atada al cuello, ¿quién podrá desatarla?
Todos se quedaron perplejos, pues desatar la campanilla del cuello del tigre sería una temeridad. El tigre es una animal muy temido en aquellas latitudes. Es imposible que una persona pueda acercarse a su cuello para quitarle un cascabel. Por este motivo, aunque pensaban y pensaban, nadie se atrevía a dar una respuesta válida.
En ese momento entró el monje Tai-Quin, y el eminente religioso repitió la pregunta.
El monje que acababa de entrar respondió con la punta de la lengua:
– La campanilla debe ser desatada por quien la hubiera atado.
Esta frase se tornó en un proverbio para el pueblo, por eso en China la gente no dice:
– Debe resolver el problema quien lo creó, – sino que utiliza el dicho
– La campanilla debe ser desatada por quien la ha atado.
Maestro: uno debe ser responsable de sus actos.
Autor desconocido, Cuento tradicional Chino
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Este cuento nos enseña una valiosa lección sobre responsabilidad y consecuencias de nuestras acciones. A través de la metáfora del tigre con la campanilla, se ilustra que debemos hacernos cargo de las situaciones que creamos o en las que participamos, incluso si son desafiantes o peligrosas.
En la historia, el monje Fa-Yan plantea una situación aparentemente imposible de resolver: quitar una campanilla del cuello de un tigre, un acto extremadamente arriesgado. Sin embargo, el monje Tai-Quin da una respuesta que va más allá de lo literal y nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad y las consecuencias de nuestras acciones.
La respuesta «La campanilla debe ser desatada por quien la hubiera atado» transmite la idea de que aquel que ha creado un problema o una situación difícil es quien debe asumir la responsabilidad de resolverlo o lidiar con sus consecuencias. En términos más amplios, nos recuerda que somos responsables de nuestras elecciones y acciones en la vida, y que debemos estar dispuestos a enfrentar las repercusiones de nuestras decisiones.
Así, el cuento nos insta a reflexionar sobre la importancia de la responsabilidad personal y a recordar que nuestras acciones tienen impacto, y que debemos asumir la responsabilidad por ellas, incluso si se trata de desafíos o situaciones difíciles de abordar. Nos recuerda que cada uno es responsable de sus propias creaciones y acciones, y que la integridad radica en asumir esa responsabilidad.
Con frecuencia, nos encontramos en el lugar que hemos escogido, aunque en ocasiones llegamos allí de manera inconsciente. A pesar de esta inconsciencia inicial, somos los autores de la situación en la que nos hallamos. Si la situación actual no es de nuestro agrado, es esencial examinar cómo la hemos forjado. ¿Cuáles fueron nuestros errores? Estos errores nos indicarán cómo modificar la situación.
Es contraproducente culpar a otros por nuestras actitudes y decisiones, ya que les otorgamos poder sobre nosotros al hacerlo. Todos cometemos errores y la sabiduría radica en saber reconocerlos. Al asumir responsabilidad por nuestras acciones, estamos dando un paso importante hacia la resolución de nuestros problemas.
El individuo responsable es aquel que se hace cargo de sus acciones, afronta sus consecuencias y extrae lecciones valiosas de ellas.