¡¡¡Vive la vida!!!

Somos seres humanos y una de nuestras principales condiciones para la supervivencia es la comunicación. Comunicarse apropiadamente no significa única y exclusivamente expresar algo, “soltar” lo que quieres transmitir, sino que es algo más complicado. Tienes que saber empatizar con los oyentes, con las personas que te están escuchando. Hoy quiero hacer una reflexión sobre una expresión que siempre me ha parecido muy sencilla de pronunciar aunque en ocasiones sea algo complicada de poner en práctica. Sigue leyendo y entenderás a qué me refiero.

Para empezar, quiero que te pares un momento y recuerdes cuántas veces has escuchado la expresión: ¡VIVE LA VIDA! Si te paras a pensarlo, estoy convencido de que en más de una ocasión estarás pensando que alguien me lo ha dicho como si nada para animarme, para alegrarme, para hacerme subir mi autoestima, para… Ah, sí!!! Ahora recuerdo que cuando estuve en ese bajón emocional, en ese estado depresivo, cuando tuve un problema con mi pareja, con mis hijos… o algo contrariado por algo que me había sucedido, mis mejores amigos o algún familiar me lo decían. “Tú lo que tienes que hacer es vivir la vida”. Es una expresión bastante típica y añadiría con un poquito de humor, que incluso hay alguna canción relacionada y algún programa de televisión con ese nombre. 

Cuando te digo «¡Vive la vida!», no es solo una frase hecha, es una invitación a sumergirse en la esencia misma de la existencia, a saborear cada instante como si fuera el último. Es un llamado a deshacerse de las cadenas del pasado y las preocupaciones del futuro, y a abrazar la belleza y la riqueza del presente. Cuando te digo que ¡VIVAS LA VIDA!, quiero decirte que disfrutes del momento, que rías, que vivas el presente y que agradezcas lo que tienes, que ames porque amar es vivir; que regales sonrisas porque todos se contagiarán. En definitiva, da lo mejor de ti sin esperar nada a cambio, participa en hacer un espacio tan bello cómo es la vida y haciendo del mundo una parte tan bella y feliz no nos queda más que disfrutarla en unión con todo el universo.

Ya sé que decirlo es más fácil que hacerlo y te lo digo por experiencia propia. ¿A qué me refiero? Todos queremos hacer cosas que nos llenen, que nos den plenitud, todos sentimos emociones, todos tenemos sentimientos, todos queremos decir y hacer tantas cosas, que alguna veces nos damos cuenta de que, en ocasiones los mensajes no han llegado a su destino. Nos damos cuenta de que no hemos sido capaces de transmitir lo que queríamos. Nos hemos encontrado con que la persona que tenemos enfrente no los ha percibido de la misma manera con la que nosotros queríamos transmitirselos. Y ello, ha producido una brecha entre la intención y la percepción que en ocasiones nos ha llevado a la frustración. La frustración de no poder transmitir con precisión nuestras emociones, pensamientos e intenciones. En ocasiones incluso a tener un conflicto interno e incluso un conflicto emocional con esa persona. Pero, ¡Que haya calma! Es un desafío que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas.

Por poner un ejemplo más concreto, cuando uno expresa sus emociones y sentimientos a su pareja, cuando estamos desnudando nuestra alma y siendo transparentes mostrándonos tal como somos,  mostrando lo que queremos, nuestras emociones instantáneas, lo que nos sucede en ese momento…, la intuición interna nos indica que algo no va bien, no es recíproco y nos damos cuenta de que no es falta de cariño y amor, sino de que nuestra pareja no lo ha percibido adecuadamente, no hemos llegado a expresarnos correctamente. Ella no percibe lo mismo, no hemos conseguido trasladar todo lo que desde dentro, desde lo más profundo de nuestro ser queríamos comunicarle. Ha habido una mala comunicación y sus causas principales pueden ser:

  • Falta de claridad: No siempre expresamos nuestros mensajes de manera clara y concisa, lo que puede generar confusiones en el receptor.
  • Presunciones: Damos por sentado que la otra persona entiende lo que pensamos o sentimos, sin tomarnos el tiempo de explicarlo adecuadamente.
  • Lenguaje no verbal: La comunicación no verbal, como la expresión facial, el tono de voz y la postura corporal, también juega un papel importante. Si estos elementos no coinciden con el mensaje verbal, pueden generar confusión o incluso transmitir un mensaje contrario.
  • Filtros personales: Cada persona interpreta la información a través de sus propios filtros, basados en sus experiencias, valores y creencias. Esto puede afectar la forma en que percibimos y comprendemos los mensajes de los demás.

Es ahí, donde podemos decir: ¡Houston tenemos un problema! Pero, ¡Que no cunda el pánico! ¡Tranquilidad, ante todo! ¡Todo tiene solución! Y, la solución es muy sencilla. La solución parte de la base de una buena comunicación con tu pareja. El diálogo es fundamental. Un buen diálogo de calidad. No tengas miedo a decirle a tu pareja todo lo que sientes. Sí, sí TODO. Pregúntale, si es necesario, cómo ha recibido tus sentimientos. Si ha recibido tus emociones. Y no seas egoísta, y pregúntale a ella o simplemente escúchala cuando te hable, porque tú también necesitas saber cómo se siente esa persona y esa persona también le gusta saber que has recibido sus emociones y anhelos. A veces pensamos que lo que decimos llega al oyente y no es así. Que con solo hablar de tal o cual cosa, ya es suficiente. No te confundas, no siempre sucede como uno quiere. Yo estoy en el camino del aprendizaje de esta tesitura e intento día a día ser más directo, ser más comunicador, ser más abierto en mis palabras, en mis actos, y en todo aquello que me permita un buen diálogo con mi pareja en el que no exista ningún secreto, en el que consiga ser un buen oyente y un buen transmisor de lo que dicta mi corazón. El querer mostrárselo no es signo de debilidad, al contrario, es mi signo de fortaleza que quiero compartir contigo. 

“Atiende para escuchar, escucha para comprender, comprende para empatizar, empatiza para amar”

Para que podamos mejorar nuestra comunicación y hacerla más efectiva, te propongo las siguientes estrategias:

  • Ser claros y concisos: Expresar nuestras ideas y sentimientos de manera clara y directa, evitando ambigüedades y rodeos.
  • Escuchar activamente: Prestar atención a lo que la otra persona dice, tanto en palabras como en lenguaje no verbal, sin interrumpir.
  • Empatizar: Intentar comprender la perspectiva y los sentimientos de la otra persona, poniéndonos en su lugar.
  • Validar las emociones: Aceptar y reconocer las emociones de la otra persona, incluso si no las compartimos.
  • Utilizar un lenguaje positivo: Enfocarnos en lo que queremos decir, en lugar de lo que queremos evitar.
  • Ser honestos y auténticos: Expresarnos con sinceridad y sin pretensiones, siendo fieles a nosotros mismos.

¿Y te preguntarás? ¿Qué tiene que ver esto con vivir la vida?

Pues la respuesta es muy sencilla. Como te decía al comienzo de este apartado, que disfrutes del momento, que rías, que vivas el presente, el aquí y el ahora, que agradezcas todo lo que tienes que no es poco, que seas tú mismo, que no ocultes nada. NO MERECE LA PENA. Al contrario, te sentirás mejor. Cuando te sientes bien, cuando te sientes espléndido contigo mismo; amas, pero amas plenamente y amar plenamente es vivir. Regala sonrisas porque de esa manera todos se contagiarán. Si tú estás alegre y transmites alegría todo tu alrededor estará alegre. Da siempre lo mejor de ti sin esperar nada a cambio. Estas son unas pequeñas claves para conseguir una participación en un espacio tan bello cómo es la vida y haciendo del mundo una parte tan bella y feliz no nos queda más que disfrutarla en unión con todo el universo. Por ello te digo ¡vive la vida!

Además, te dejo algunas actividades que pudieran ayudarte a vivir la vida más plenamente:

  • Aprende a estar presente en el momento: muchos de nosotros estamos tan preocupados por el futuro o arrepentidos del pasado que nos perdemos los momentos importantes del presente. Practica la atención plena y la meditación para aprender a estar más presente
  • Ama y sé amable con los demás: las relaciones significativas con amigos y familiares pueden mejorar la calidad de tu vida. Aprende a ser amable, cariñoso y compasivo con los demás, y fomenta las relaciones positivas en tu vida.
  • Haz cosas que te hagan feliz: dedica tiempo a hacer cosas que te gustan, ya sea leer un libro, hacer ejercicio, cocinar o viajar. Aprende a hacer tiempo para tus pasatiempos y actividades que te hagan feliz.
  • Sal de tu zona de confort: aprende a tomar riesgos y a enfrentar tus miedos. Intenta cosas nuevas y desafiantes que te permitan crecer y aprender.
  • Agradece y aprecia lo que tienes: practica la gratitud y aprecia las pequeñas cosas de la vida. Aprende a estar agradecido por lo que tienes en lugar de enfocarte en lo que te falta.

Y recuerda que cada persona es diferente, por lo que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Encuentra lo que te hace feliz y sigue trabajando en ello para vivir una vida plena y satisfactoria.

Mab

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